Hoy en día, todo se hace público, todo se convierte en producto. La televisión, por ejemplo, convierte momentos íntimos en momentos públicos; también en internet se "venden" momentos. Y se llega a una banalización de las imágenes: ya no sabemos valorarlas.
Pero, ¿quién decide lo que sale en pantalla? ¿A qué es a lo que le damos importancia? y es que la televisión juega con estereotipos, nos educa, nos dice cómo debemos ser, qué debemos hacer... ¡nos manipula! Incluso en el caso de las noticias, cada vez más, se hacen pensando en el espectáculo, en el morbo, en el dramatismo... A continuación, dejo un enlace de un blog en el que se trata este tema del periodismo actual basado en el morbo, y estoy completamente de acuerdo con todo lo que en él se dice:
http://teniaquepasar.crearblog.com/2010/05/14/periodismo-miradme-estoy-aqui/
¿Cuál es nuestro papel en esta construcción de la realidad? Pues nosotros queremos formar parte de esa realidad y tenemos el más claro ejemplo en que bodas, comuniones y bautizos no son nada sin un buen reportaje.
Los grandes peligros que trae el arte son la naturalización, los contenidos subliminales, la ideología, la estetización simplista, la aceptación de estereotipos creados y difundidos interesadamente, la intelectualización...
Yo creo que TODOS, así, en mayúsculas, nos vemos influenciados por la televisión, o por internet, o por la publicidad... y digo TODOS en mayúsculas porque hay mucha gente que critica a los demás por tener poca personalidad y dejarse manipular por estos "medios", pero es que todos, de una forma o de otra captamos esos mensajes subliminales, todos queremos estar cerca de un estereotipo determinado... todos. ¿Qué podemos hacer? Creo que el poder de la publicidad es demasiado como para poder hacer algo contra ella, lo tenemos tan asumido que tampoco nos paramos mucho a pensarlo. en clase, pudimos ver un tira de cómic en la que se veía un hombre viendo la tele que de repente se convertía en borrego y se unía al rebaño que tenía detrás... Y es que eso es lo que consigue, que nos convirtamos en un rebaño donde todos queramos ser iguales a los que sale en televisión, sin paranos a pensar. En definitiva, como ya he dicho, creo que el poder de la publicidad es demasiado potente y hay poco que podamos hacer, aunque pienso que lo primero sería reconocer que la televisión es parte de nosotros, de nuestras vidas.
sábado, 15 de mayo de 2010
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